Al tercer día se hicieron unas bodas en Caná de Galilea; y estaba allí la madre de Jesús. Y fueron también invitados a las bodas Jesús y sus discípulos. Juan 2:1, 2.

Muchos cristianos creen que a fin de cultivar una vida espiritual y religiosa intensa deben dedicarse únicamente a las cosas estrictamente espirituales y religiosas. Piensan que la vida es demasiado seria, y que como los asuntos que están en juego en el terrible experimento del pecado son tan graves, solemnes y dramáticos, deben concentrar su mente solamente en lo religioso, o en conversaciones que tengan que ver con Dios y la religión.

 

Sin embargo, es notable que el primer milagro que Jesús realizó al inicio de su ministerio público haya sido precisamente con el único fin de aumentar el placer de una fiesta de bodas, y así ayudar a una pareja recién casada a no hacer un “papelón”. Aquí no hay en juego ningún problema de salud, ninguna enfermedad, ninguna persona que esté por morir, ni siquiera un grave problema espiritual y moral. Es algo cotidiano, terrenal, secular, de índole meramente social y recreativa.

 

Los cristianos también necesitamos recreación. Necesitamos que nuestra mente descanse de la tensión nerviosa y emocional de estar concentrados permanentemente en los problemas de la vida. Necesitamos sentir que la vida es mucho más que cumplir con responsabilidades, luchas, cargas y sufrimientos. Necesitamos re-crearnos; renovar nuestras energías físicas, anímicas, emocionales e intelectuales. Para lograrlo, necesitamos gozar frecuentemente de un sano esparcimiento y de todo lo que hace deseable la vida, que Dios ha puesto en tanta abundancia en la naturaleza, y en la vida cultural y social del ser humano.

 

Podemos disfrutar de una hermosa puesta de sol; de la belleza de la naturaleza; del afecto de nuestra mascota; de la simpatía y el buen humor de las personas; de la hermosura del buen arte que deleita nuestros sentidos y satisface nuestro aprecio por la belleza. Dios ha llenado el mundo natural y el mundo del hombre con abundancia de fuentes de sano placer y esparcimiento, y es su voluptad que maticemos nuestra vida seria, cargada de graves responsabilidades, con nuestro gozo por estos placenteros dones de su providencia.

 

Tomado de: Lecturas devocionales para Jóvenes 2015
“El Tesoro Escondido”
Por: Pablo Claverie






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