También les dijo: El día de reposo fue hecho por causa del hombre, y no el hombre por causa de día de reposo. (Marcos 2: 27).

¿Qué quiso decir Jesús con estas palabras? ¿Qué estamos eximidos de la observancia del sábado, como algunos interpretan este pasaje? De ningún modo.

En su esencia, lo que Jesús nos está enseñando es que sus leyes no son arbitrarias ni caprichosas, sino que están al servicio de ser humano, al servicio de su bienestar y no a la inversa. No es el hombre el que rinde servicio a la Ley, sino que la Ley está al servicio de los intereses más elevados del ser humano. En este caso particular, Jesús nos está diciendo que el sábado no es un fin en sí mismo, sino un medio que Dios creó para beneficio del hombre: “El sábado fue hecho por causa del hombre”, y no a la inversa.

Entonces, Jesús hace resaltar el gran principio: “Si supieseis qué significa: Misericordia quiero, y no sacrificio, no condenaríais a los inocentes” (Mateo 12:7). Dios no tiene ningún interés sádico en nosotros; hasta donde puede hacerlo, trata de evitar que nuestra vida sea amarga y doliente. Él tiene misericordia de nosotros e intenta evitar nuestro dolor y sufrimiento. Nosotros como seres humanos, debemos hasta donde podamos, aliviar el dolor humano, y no imponer sacrificios a nadie.

Jesús nos muestra el verdadero sentido del sábado, el verdadero lugar que ocupa en la experiencia del creyente, su verdadera relación con el ser humano, y la forma correcta de observarlo ante situaciones en las que está comprometida alguna necesidad apremiante de alguna persona.

Jesús está hablando aquí del creyente sincero que tiene luchas, dificultades y pruebas ajenas a su voluntad en este terreno. Por lo tanto, aunque puedes estimular a tu hermano a una vida de fe valiente, que se arriesgue por Dios y le permita al Señor mostrar su poder sustentador, no juzgues a tus hermanos que pasan por alguna situación difícil en relación con la observancia del sábado, sino deja que el Señor del sábado los trate de acuerdo con sus propios valores llenos de amor y sabiduría. Dios comprende los tiempos de nuestra madurez espiritual, de nuestra fe, y nos acompaña y acepta en todo el recorrido espiritual hasta que lleguemos a la madurez y la obediencia perfecta.

Tomado de: Lecturas devocionales para Jóvenes 2015
“El Tesoro Escondido”
Por: Pablo Claverie






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