Reflexiones para tí.

Un Dios de Todos II

Cuando los gentiles que no tienen ley, hacen por naturaleza lo que es de la ley, éstos, aunque no tengan ley, son ley para sí mismos, mostrando la obra de la ley escrita en sus corazones, dando testimonio su conciencia, y acusándoles o defendiéndoles sus razonamientos. Romanos 2:14, 15.

Dios quisiera que todo el mundo fuese iluminado con el mensaje del evangelio, pues “quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad” (1 Tim. 2:4). Por esa razón, encargó a la iglesia que predique el evangelio “por todo el mundo y… a toda criatura” (Mar. 16:15). Pero, la realidad es que la mayor parte del mundo nunca oyó hablar del Cristo verdadero, el de la Biblia, y aun muchos ni siquiera conocen su nombre.

Sin embargo, encontramos aunque muchas veces mezcladas con el error mucha bondad y sabiduría en todos los pueblos, las civilizaciones y las culturas; mucha gente capaz de los mayores actos de bondad e incluso de sacrificio en favor del prójimo; mucha gente que ha enriquecido a la humanidad con su pensamiento, su arte o su lucha por el bien.

Mediante su Espíritu, y hasta donde le permite el ser humano, Jesús se “infiltra” en los corazones y las conciencias de todos los seres humanos de este planeta, para iluminar sus mentes con el bien y la bondad, y para darles fortaleza e inspiración para hacer el bien y evitar el mal.

Esto nos habla de un Dios grande, que no es monopolio de ninguna institución religiosa ni grupo humano, sino que es el Dios de la humanidad toda. Por lo tanto, cuando hoy te relaciones con tu prójimo que no comparte tus ideas religiosas, o que no es creyente, hazlo desde un plano de respeto y valoración, sabiendo que seguramente hay muchos valores verdaderos e importantes en su corazón, y que todos ellos proceden de Jesús, la “luz del mundo” (Juan 8:12). No adoptes una posición de soberbia espiritual, como si tú, por ser cristiano, fueses una persona superior, más buena y mejor que esa persona, sino como alguien que busca el bien, así como ella, y que has encontrado su Origen y Fuente suprema en Jesús.

 

Tomado de: Lecturas devocionales para Jóvenes 2015
“El Tesoro Escondido”
Por: Pablo Claverie






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