Si puedes hacer algo, ten misericordia de nosotros, y ayúdanos. Jesús le dijo: Si puedes creer, al que cree todo le es posible. E inmediatamente el padre del muchacho clamó y dijo: Creo; ayuda mi incredulidad. Marcos 9:22-24.

La fe de este padre era vacilante, mezclada con duda. Sin embargo, el padre lo único que ve no es su condición, su falta de fe, sino el terrible sufrimiento de su hijo, y entonces, con dientes y uñas se aferra de Jesús y le dice, en otras palabras: “Quiero creer, pero me cuesta. Ayúdame a creer, si eso es lo que se necesita para que mi hijo sane”. Jesús responde a esa poca o nada de fe y hace el milagro.

¿Qué es la fe, en definitiva? ¿Es un sentimiento cálido, subjetivo, por el cual podemos tener la seguridad y la certeza de la bendición de Dios? ¿Qué sucede cuando nuestros sentimientos, cansados de tanta angustia y decepciones, no nos brindan esa sensación dulce y cálida? Una de las mejores respuestas que he encontrado a estas preguntas procede del genial escritor español Roberto Badenas:

“Esta última confesión de impotencia en la que el hombre reconoce su absoluta incapacidad, incluso para esperar, ese último gesto de remitirse enteramente a Dios es, para este, la fe necesaria para que todo sea posible. Incluso el milagro.

“En realidad, no darse por vencido ante el escándalo del sufrimiento, seguir buscando una solución contra el mal cuando nada se encuentra, luchar hasta el límite de las fuerzas, solo por amor, ¿no es eso creer?… ¿Será que la fe humana es siempre imperfecta y que Dios no nos pide más que el deseo sincero de creer?… [la fe es] más confianza que creencia, más intuición que convicción, más adhesión que certeza… Porque adhesión implica compromiso y entrega, sin que se requiera comprensión total… Uno puede ponerse de parte de Dios aun sin entender su silencio… Ese ‘instinto de Dios’ era lo que necesitaba. No especialmente para que su hijo sanase, sino simplemente para ser capaz de combatir, soportar y trascender la realidad de su vida incluso -y en particular- si su hijo no sanaba”.

Tomado de: Lecturas devocionales para Jóvenes 2015
“El tesoro escondido” Por: Pablo Claverie






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