Reflexiones para tí.

El centurión

Luego Jesús le dijo al centurión: “¡Ve! Todo se hará tal como creíste”. Y en esa misma hora aquel siervo quedó sano. Mateo 8:13.

Fe es eso. Es partir de la base de que aunque no vemos cómo, Dios hará el milagro.

De todas los ejemplos que escuché, el que más me gusta, porque me parece que es el que mejor explica qué es la fe, es aquella historia de la niña que salta al sótano, porque escucha la voz del padre que le dice: “Salta. Yo te sostendré”. Ella no lo ve. Ella no sabe en qué posición está el padre. Lo único que tiene en claro es que la voz que la llama es la del padre. Ella salta.

Generalmente vemos, contamos y sentimos la historia desde este punto de vista. Pero el relato tiene otra perspectiva posible: la del Padre. Él está en el sótano, y por la contraluz, consigue ver –sin dificultades– dónde está la hija, desde dónde está saltando, adónde va a caer. Él puede moverse sin problemas para atajar a su hija, sin que ella corra ni el más mínimo riesgo. Él sabe todo desde antes que la hija salte. Él ve el salto de fe de la hija. Para él, es fácil.

La fe es entender que para él es fácil, y que yo no necesito preocuparme: solo tengo que saltar cuando me llama.

El centurión entendía este punto, por eso no vio ninguna necesidad de incomodar a Cristo llevándolo hasta su casa, pues no precisaba ver nada; solo tenía que confiar en que él podía hacerlo, de cerca o de lejos. El centurión entendía, por su fe, que si el Señor daba una orden, la enfermedad, sin dudas, obedecería.

¿Para qué pruebas espectaculares? ¿Para qué pedidos extraños? ¿Para qué situaciones extremas? La religión que nos propone Cristo es profundamente simple. Nosotros creemos que él puede hacerlo y él, si es para nuestro bien, lo hace. Nuestro problema es que queremos todo lo que pedimos, aunque no sea para nuestro bien, y pedimos mal.

El centurión explica que un pecador, por más fe que tenga, es indigno de la presencia de Cristo en su casa. A pesar de eso, Jesús está en la puerta llamando. Si escuchas lla llamada y la voz de Dios (a veces tiene que golpear fuerte) y abres la puerta, él entra y cena contigo, realizando el milagro.

Tomado de: Lecturas devocionales para Jóvenes 2014
“365 Vidas”
Por: Milton Betancor






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